EmpyrealSakaki

Que no lo comprende. ¿Que no lo comprende? Lo comprende perfectamente. Tanto como para que uno de sus ojos color jade derrame una lágrima y sea rápidamente seguido por el otro, ambos derrumbándose y sumiéndose en una vorágine de lágrimas amargas. Amargas al igual que las palabras que acaba de decir instantes atrás. No sabe que hacer. ¿Irse? ¿Llamar a la puerta? Pero, ¿para qué? Es un tema ya hablado sin palabras. Amor, odio y silencio son los tres sentimientos que dan pie a su relación. Durante diez minutos se sienta frente a la puerta, con el rostro hundido en las rodillas.

Como un barco dentro de una botella. Con las mismas ansias de zarpar y navegar por un mar embravecido que uno a escala real, pero destinado a permanecer estancado y solitario en su privado tubo de vidrio. Con el único objetivo de ser observado y criticado hasta la saciedad. Así se siente en este momento el país del amor y del vino, Francia. En este momento, y demasiados siglos atrás en el tiempo como para querer recordarlos. Deseando escapar de la burbuja que le contiene para salir en busca de su propio océano de ojos verdes, el inglés de espesas cejas y carácter endemoniado llamado Inglaterra. - Bonjour,

- Hey, señorito. Austria miró a su lado, sujetando su taza de té. Prusia estaba sentado en el brazo de su sillón, observándole con unos penetrantes ojos rojos. - ¿Qué quieres, Preußen? - murmuró el austríaco, mirándolo de reojo. El albino fingió ignorar la pregunta, y movió un poco el pie en señal de distracción. Sin embargo, sonrió y volvió a hablar. - ¿Cómo está Ungarn? - No lo se. - respondió tajante. - Tampoco es algo que me importe mucho en este preciso momento. Austria miró a su lado. Prusia ya no se encontraba ahí. B